Los niños que contribuyen, sobre todo en beneficio de las vidas de los demás, son más compasivos y alegres.
Con el fin de crear en nuestros hijos la perspectiva del derecho, no debemos esperar que ellos contribuyan a nada más que a sus propios intereses.
El sentido de la verdadera alegría y el placer de hacer la diferencia en la vida de otros, es lo contrario de sentirse con derechos.
Por lo tanto, con el fin de crear un niño estropeado, hay que limitar cualquier o todas las contribuciones hechas por ellos.